EL ÚLTIMO CAZADOR DE BRUJAS
Un predecible y fallido intento por iniciar una franquicia más para Vin Diesel.
Pues sí, ahora resulta que Vin Diesel es un antiguo
guerrero, el último representante de una casta de cazadores de brujas, mismas
que por cierto, actualmente siguen siendo una terrible amenaza para la
humanidad, empezando por su malévola líder, quien ha regresado de la muerte,
para cobrar venganza y desatar la peste negra. Así es como podríamos resumir
este fallido vehículo de entretenimiento, en donde dicho actor pasa del cine de
acción al de la fantasía sin esforzarse en ofrecer alguna mínima variante en su
rango interpretativo... lo cual cada vez sorprende menos. Pareciera que está
empeñado en hacer de sí mismo un personaje, al más puro estilo de los
acartonados héroes de acción de los 80 o, para ser más claros, como una especie
de Nicolas Cage.
Todo esto, sin embargo, no representaría ningún problema si su
director no hubiera apostado por tomar demasiado en serio una premisa tan
básica –cortesía de los guionistas Cory Goodman, Matt Sazama y Burk Sharpless–,
que a pesar de todo contaba con los elementos suficientes para desarrollar una
divertida e insólita aventura tipo serie B. Aunque claro, a diferencia de
aquellas producciones, ésta contó con un prespuesto de $90 mdd… el cual, en sus
manos, han terminado por irse a la basura.
De tal forma, en El último cazador de brujas, nos encontramos con
un armado rudimentario de lugares comunes, diálogos gastados y un deslucido
manejo de los efectos especiales. La historia –con reminiscencias a los juegos
de rol–, es ridículamente predecible, tramposa y olvidable. Desde un inicio las
líneas dramáticas se desdibujan, lo cual termina convirtiéndose en una
constante, amén de que los poco matizados personajes nunca logran conectar con
el espectador, provocando un sentimiento de desinterés con respecto al destino
de los mismos. Incluso un actor de la talla de Michael Caine se desperdicia
irremediablemente y fracasa junto con Elijah Wood, en el intento de aportarle
algo de calidad al asunto.
A descargo, debemos decir que no es del todo aburrida y se puede
rescatar su atractivo diseño de producción, sobre todo el de la primera parte,
desarrollado en la época medieval, además del intento por sentar las
bases de un universo propio, que según parece, los productores pretendían fuera
el inicio de una nueva franquicia de fantasía, rentable y sin pretensiones. Por
desgracia lo dejaron en las manos de Breck Eisner, quien regresó a ser el mismo
inoperante responsable de la película Sahara, en lugar de cumplir el
potencial de eficaz artesano fílmico que mostró en la medianamente
efectiva, The Crazies.
Lástima por este desastre, que ni siquiera atina a sostenerse vía el
innegable carisma de Vin Diesel.
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